Jocelyn García

Raíces

Yo provengo de la tierra, fui una pequeña semilla sembrada en un bosque tan extenso que era incapaz de comprender lo insignificante que resultaba mi existencia.
Pero claro; un niño no se intimida por la magnitud de su alrededor, se concentra en la grandeza de su poder interior.
Las cicatrices en mis rodillas son el fiel testigo de todas las caídas por las que cruce para aprender a hacer algo.
Pequeñas piedras que mi mente las edificaba como castillos para vivir.
Charcos de agua que se convertía en portales que me transportaban a otros mundos.
Festividades llenas de magia e ilusión.
Amistades pasajeras que surgían en algún cuarto de juegos de algun restaurante de  comida rápida.
Los días no eran solo días
Los viajes no eran escapes de realidad.
Yo no era solo yo.
En mi concepción no era una niña, era un ser que venía a salvar el mundo o al menos hacer un cambio en el.

Se que mi idea en la niñez no será muy diferente a muchos que lean estas líneas, no había limites.
¿Qué día habrá sido el que dejamos de soñar con ser astronautas para convertirnos en administradores de empresas?
¿Qué día dejamos de florecer para cubrir nuestro tallo de espinas?
¿Qué día nos dimos cuenta que para crecer había que pasar algunas tormentas, vientos y sequías?
¿Qué día olvidamos nuestra identidad para convertirnos en algo que no somos?
¿Qué día olvidamos cultivarnos para dar todo a alguien por miedo a la soledad?
¿Qué día dejamos de ver los días soleados y empezamos a notar los tonos grises en el  cielo?
¿Qué día la lluvia se volvió un mal, en vez de un acontecimiento para percibir el olor a tierra mojada, sentir el frió de las gotas empapando nuestra cara y esperar con ilusión la formación de algún arco iris en el cielo.
¿Qué día dejamos de ver todo con asombro para conducirlo a la normalidad?

Nos concentramos en encontrar a alguien que económicamente nos aporte, social mente nos impulse e intelectualmente nos desafíe.

Pero la realidad es que en el corazón de cada persona, sigue escondido ese niño, esa niña, que espera impaciente por alguien que lo invite a ver el mundo como antes, que sienta la libertad de ser  sin restricciones, sin posturas.
Somos  niños viviendo en un mundo que no comprendemos, que actuamos en la misma dirección como la del  cause de cualquier río.
En lo profundo solo buscamos a alguien que nos pregunte, ¿Cómo nos hicimos esa cicatriz en la rodilla?, ¿Cuál era nuestro juguete favorito?, La mayor aventura que vivimos de chicos, ¿Qué es lo que verdaderamente nos apasiona?, ¿Cuál es nuestro verdadero motivo de levantarnos día a día?, ¿Que fue lo que nos rompió?.

Y tal vez un buen paso para comenzar es recordar esa semilla que germinó, a pesar de todo pronostico, que floreció en tiempos de sequía, que se protegió de toda amenaza con sus espinas y luchó para mantener la ternura y bondad que en ella habitaba, que es capaz de dar frutos. Es conservar su historia y enaltecerla.
Es serle fiel a los sueños
Es conservar nuestra esencia

Es mantener vivas las raíces.

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