Augusto Roa Bastos
En esta cárcel de mi joven vida
donde cantando estoy porque mi llanto
la blanda soledad no turbe tanto,
vivo soñando una ilusión perdida.
 
Es una jaula de doradas rejas
como esas que aprisionan la sonora
inquietud del ruiseñor cuando a la aurora
repite el canto de sus dulces quejas.
 
¡Cuántas veces también con ala herida,
en vano intento de fugarse, mi alma
en forzada quietud halló la calma...!
 
Sólo a mi encierro acude a darme vida,
cuando gimiendo estoy, con una mansa
caricias de sus dedos, la Esperanza.

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