¡Pascuas, Señor! Las Pascuas siempre fueron
de luto para mí.
Ayer el aguinaldo de mis penas
en el cesto del alma recogí...
Amortajé, Señor, dentro del alma,
el cadáver de un sueño que adoré.
Mi solo y triste encanto,
Señor, amortajé...
Si en la Pascua Florida
así llora mi vida
¿cómo habré de cantar?
Señor? ¡Mandas que ría,
y la pobre alma mía
no sabe más que llorar...!