Y tú, buen escudero Sancho Panza,
ventrudo y paticorto y no lampiño,
de sempiterno platicar de niño
y eterno suspirar por la pitanza;
mugüer, que sin retórica y sin lanza
que auxilie al caballero mal ferido,
te sobra el soberano buen sentido,
siempre fiel escudero Sancho Panza!
Alista apresurad o en tu jumento,
pan y queso y tocino y un ungüento
que alivie al mal ferido tu señor.
¡Alista el rucio! ¡Ven aína! que
Más vale un toma que dos te daré,
y has de tornarte aquí gobernador!