Las tiendas cierran, las cabezas pesan: hace frío para nada.
Todos los días sonrío, o es que no lo ves: unos días al derecho, otros al revés.
La procesión va por dentro, no por teatro.
Cantar bajo la lluvia está sobrevalorado. Yo prefiero ser lluvia bailando en tu ventana: cantando en claqué
Fuimos los perfectos políglotas: yo te hablaba en cristiano, tú me callabas en francés.
Los que más nos esforzamos en esto del vivir, te lo digo como si pudiera verlo, hemos visto a alguien dejar de hacerlo.
Tu resultado, no el precio que has pagado, es lo que envidian.
Don nadie que se ha quedado con casi nadie desde que tiene memoria sabe que no hacen falta
Mientras tanto, el eco de aquel beso inesperado resonaba en mi cabeza.
Hazlo aunque llueva, porque llueva o no llueva, no se hace solo.
Viaja ligero si quieres llegar lejos: la felicidad.
No se echa en falta nada que sobra: como una mariposa que vuela a la pata coja.
Desde pequeñito crecí igualito que un camaleón: un ojo en el presente –que es buen… otro en el pasado –que fue mejor–.
Déjame que te cuente el lado oscuro del mercado: venderse a uno mismo está muy bien pagado.
Tus demonios internos se van a eternizar hasta que veas, que para vencerlos, los hay que abrazar.