Silencio, roces,
tu murmullo sombra...
espalda cósmica,
perenne,
tatuada en mi memoria
Ojos de verdad,
bien sabiendo, que la verdad
es relativamente proporcional a mi estado etílico.
de los otros,
me han mirado bastante
Mirada, tan perdida como tan encontrada.
brillas simple, complejo en tu sentir, tan libre para mí.
Sensata luminosidad,
que ni tu rincón mas oscuro,
que creo conocer;
logra desviar tu luz,
perdida y solitaria, ruidosamente sutil.
Me hablas de la noche, de mí, de ti, de ellos, de “ellas”
de lo que no fuimos y de lo que no seremos,
por qué serlo?...
existimos apenas
estando cerca, se transita más liviano
Amor dicen,
yo que no se de amores
es lo más cercano a la forma borrosa que tengo
y que se diluye con el pasar de los días
ni nombres, ni ataduras
Suave placer de la presencia.
Apareces así
como un domingo pleno
lluvioso de otoño,
sin ganas,
sin penas, ni alegrías,
como esos domingos
que pocas veces asoman su momentánea presencia
Así, sin pensar en ayeres ni en mañanas,
así, como un papel
que de a poco empieza a diluir su tinta,
su historia, sus palabras...
hasta quedar en un perfecto blanco.
Ahora, estoy al otro lado del salón,
en este nido que encontré para el cobijo
para abrigar las caricias distanciadas
Mientras observo la ciudad
que nos separa perfectamente,
y que paradójicamente me encamina cada vez a ti
Duermes, te oigo sollozar,
que placer...
Cuando la caricia delicada puede estar en la lejanía,
una lejanía mágicamente cercana.
Eres un ser hermoso.