Llora tú que aprendiste a tocar el clavicordio
y descubriste el mal del que voy a vivir.
Sufre esta otra grávida soledad:
quedarte sin el único hombre
que pensaba en ti todos los días.
Llora, llora hoy esa viudez de hielo
porque ya no volverás
joven, con olor a colonia
a vivir en la provincia que fundé
para administrar tu recuerdo.
Llora en privadocomo si no supieras por qué lloras
hasta que recibas
este pañuelo blanco.