Como un umbral del sueño, la ventana,
la ventana dormida, a qué paisaje escapa.
Qué bestias misteriosas remueven la penumbra
como quien hila un rostro, un cuerpo en luces visto,
hasta volverlo estatua del silencio.
Qué vida no nombrada bulle afuera
contra el pecho sangrante del insomne
y en tinieblas devuelve un beso antiguo.
La ventana dormida, de qué duerme
si el sueño es la visión lejana de la muerte,
de qué vida la rosa engendra un tiempo
de rosas silenciosas, rosas muertas.
La ventana dormida, qué refleja
si hondo en sus aguas ciegas el espejo
repite sólo un gesto, una silueta
de algo que sucedió minutos antes,
quién atrapar podrá aquello que se ha ido.
La ventana dormida, qué separa,
quién queda de este lado, quién del otro.
Y quién la ve dormida y quién despierta.
Y el que apenas la ve, la ve dormida,
o puede que la sueñe sueño adentro.