Miguel de Unamuno
La mar y el sol no más, los dos espejos
      uno del otro enfrente;
luz y vida latiendo a los reflejos
      de levante y poniente.
La mar relumbra; el sol su pecho agita
      con su curso redondo;
¡rayos la mar!; ¡olas el sol! ¡palpita
      la pasión en el fondo!
Toda la mar como una ola sola
      se levanta, pues quiere
ceñir al sol poniente, una amapola
      que en ella muere.
Tú eres mi sol, yo soy tu mar, Teresa.
      y entre los dos no hay nada;
yo tu sol, tú mi mar dentro en la huesa,
      por fin ya sosegada!

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