#Españoles #Generación98
Era de noche; las estrellas, ojos del Padre nuestro lacrimosos, clar… a nuestra Madre, que en la noche e… dormía sus dolores, contemplaban. Yo, respirando el fresco de la noc…
Desde siempre a nuestro amor trazaste en las estrellas su sino y es tu dedo creador. Señor, el que nos marca el destino… Nos has traído a la muerte
Con la unción de su lengua de gran… se mojaba los labios resecos y entre tanto tecleaban mi mano sus lívidos dedos. Y sentía al compás de la fiebre
Hasta que se me fué no he descubie… todo lo que la quise; yo creía quererla; no sabía lo que es de amor morirse. Era como algo mío entonces, era
Me abraza con sus alas, cual gigan… para hundirme en la tierras—negro,… y ai quitarme el aliento me envuel… en que me prende a vida, cual post… del recuerdo bendito de tu postrer…
«Mira—me dijo, el dedo al encendid… poniente, todo hecho sangrientas f… esos son los volantes del vestido de Nuestra Señora de los Dolores.… «La de las siete espadas?» «Sí, l…
Esa charca en que te viste la últi… vez que salimos al campo, está ya seca, Seco y sin yerba está su lecho agrietado. Se ha sorbido la tierra tu espejo;
Tú sí que me conocías tal como nací a ser, cuando «¡niño!» me decías me sentía yo nacer. Ni mi madre . me miraba
Con tus dedos ahuesados me persignaste en la frente para ahuyentarme cuidados que me nublaban la frente. Hoy cuando la frente inclino
¡Aquella tu honda inspiración enfe… Alzábase tu pecho —tal una ola—por amor del aire, y era entonces tu huelgo sollozo silencioso y recojido;
«Cuando me enseñaban—me decías— la tabla de multiplicar, era el siete lo difícil, ¿sabes? el siete no sé cantar... Siete por tres, por ejemplo, dime,
Ai soñarte dormida muchas veces como nunca te vi, el hambre de mis ojos tal acreces que me olvido de tí. Pues soñándote en íntimo abandono.
El cuerpo canta; la sangre aúlla; la tierra charla; la mar murmura; el cielo calla
Yo te di la noticia y mirándome: «Padre nuestro, que estás en1 los… empezaste; en tus ojos dos lágrima… al sol se encendieron. «Venga a nos el tu reino...»—decía…
A la puesta, del sol vi la corona de siemprevivas que colgué con man… temblorosas del leño que eslabona tu tierra con tu cielo como herman… Era como un estrobo en su tolete;