La mar y el sol no más, los dos espejos
uno del otro enfrente;
luz y vida latiendo a los reflejos
de levante y poniente.
La mar relumbra; el sol su pecho agita
con su curso redondo;
¡rayos la mar!; ¡olas el sol! ¡palpita
la pasión en el fondo!
Toda la mar como una ola sola
se levanta, pues quiere
ceñir al sol poniente, una amapola
que en ella muere.
Tú eres mi sol, yo soy tu mar, Teresa.
y entre los dos no hay nada;
yo tu sol, tú mi mar dentro en la huesa,
por fin ya sosegada!