Si la mancha escurre
azorada en su humedad la fugitiva
Si el silencio es mío
si en los golfos blancos
suya fuera la luz furtiva
aunque inmediato
aquel caer fue circular
aún era de mañana y disimulados
Él y Ella pero no
no mañana sino hoy
Aunque no fueron los penantes aquellos que
penando por la pena misma y doliendo
por poco lúdicamente aquellos
que pudieron divisar pavonéandose
una desdibujada senda al llamado incesante y luminosa
Ella
danzando sin objeto hacia el poniente
si hoy fuera
el maravilloso día en cuestión
donde un cuerpo blando se estirara
y como puente encuadrara
bajo hélice pronunciada al paisaje
y tras las antiguas huellas del hollín y percudidos
sus brazos pulcros claros y cóncavos
hacia dentro se ligaran límpidos
impredecibles al tramado de la sombra
Si Ella
temblando por el temor mismo y arqueando
curvada hacia abajo como un sauce
sobre sus propias líneas
envuelta devuelta y revuelta
plegada sobre sí
tornando hacia dentro los recintos cilindrados
y unidas las manos
detrás de la espalda
la caricia que urge
al palacio interior
retrocediera
a gatas– encarando la alborada
recortándose heterogéneas caóticas entramadas las
piernas suyas aunque mías
para mis ojos solamente si clareando
tras la mata de niebla opaca viera los templados y sugerentes ojos
y el translúcido reflejo lacerado de un cuerpo que
si en la ranura pudiera vislumbrar una salida
aunque confundiera la serenidad del sueño con la quietud de la muerte
como quien deseara contar
con otro modo en que discurrir de las herramientas dadas
el tiempo
para así reordenar una triste serie de eventos
se trataba de Él Él desviándose
a gachas sabiendo
qué diría mañana
que si la vía indicada
fuera esa mancha puntual
que su caminata vedada e ingenua
vacía hipnotizada encantada por el rumor
ya excedido el silencio
ya las fiestas inútiles
se tratarán de un simple desliz