1 año
cumples,
eres como
tu vela,
¡tan pequeña!
y eres tan grande
como el amor
y vas creciendo
tus alas nuevas
en nuestro corazón,
sembrando las semillas
de tus gráciles gestos
en nuestros campos y
las flores van brotando
sus secretos de pétalo,
saludando al mundo
con tu adorable
sonrisa.
Eres y
nos eres porque
nos vives como de
siempre, como si en
los siglos que somos
y que tú no fuiste,
hubieras ya
sido.
Eres tan
pequeña como
infinita la explosión de
tus ojos y te observamos
el gran corazón que
asoma en ellos,
un clavecín
interestelar
que nos clavas
con tu allegro
en la
mirada
nuestra
de invierno.
Eres tan
pequeña y tan
vital como una abejita
y vas “tersurando”,
dejando la miel
de tu rastro en
nuestra piel.
Eres tan
pequeña y veloz
como una ardilla,
creces tan rápido
que te rodeamos
con nuestras
ramas
y te cobijamos
en nuestra caricia
para que crezcas plena
y no te falte ningún beso,
ningún abrazo y tengas
tus fortalezas bien
intactas para
afrontar
la vida.
Cumples
1 año
y tienes una
párvula llama
encendida dentro
tan potente y tan brillante
que todo paisaje que te rodea
se deslumbra con tu luz y todo
el daño salvaje y desmadrado
que invade las flores del
calendario
arde en tu flama
y se desvanece.
1 sonata
de la tierra al sol,
sólo 4 movimientos
de invierno a invierno y ya
has convertido lo pequeño
en esencial; un añito tuyo
es en nuestro universo
la inmensidad.
Cuando mires
los campos mojados
de lluvia que los mayores
somos, comprenderás el
hermoso arcoíris de cielo
que tú eres.
Y tras nuestra coda,
que al mirar los colores
nos recuerdes.
© Maria Luisa Arenzana Magaña