Cuando sientas que no escuchas tu latir,
que vives por no morir y no mueres por sentir,
cuando el zénit reverbere
su profunda oscuridad,
y no pueda este cosmos
a tu estrella rescatar,
cuando tu hermoso puzle
nadie acierte a contemplar
y el amor no te arme entera
sino a piezas, desigual,
cuando la libélula celeste
libe nubes de alquitrán,
cuando la luz pierdas
en tu propia tempestad
y tu faro de infinito
no logre hallarte más,
cuando noble tu deseo
no se atreva a desear,
cuando noche y día y miedo
sean trillizos en la mar,
Cuando sin tu ser querido
erres tu rumbo vital,
cuando duelas y desmayes
ante tanta adversidad,
acerca el paso descalzo
a este jardín singular
y camina en fantasía
de alameda y olivar
y despiértate los días
de dulce reflejo azul
en la laguna Walden
que espera tu sobria luz
y danza el eco encantado
de Emerson y Thoreau:
pinos, robles, arces, hados
y en la rosaleda en flor
Emily Dickinson se abre
y perfuma tu canción
y un nuevo latido
en la hoja de hierba
que Whitman habita
enciende el verde faro
en la zarzamora
y en el alma de la rana
y el ratón.
Acerca el paso descalzo a
esta cuna de glóbulos y estrellas,
un nuevo deseo te desea y besa tu luz.
En este jardín, las copas de los árboles
ya brindan por ti.
© Maria Luisa Arenzana Magaña