Cómo el miedo
se va regalando en mis labios
desde el surco del silencio,
cómo el miedo abre su propio cauce
para discurrirse azabache de almas,
cómo el miedo se sabe fiera
que muerde, cómo, cuándo,
no sé qué camino
qué lágrima o qué cansancio
acaricio de aromas
y me desprendo hasta
la comisura del fuego,
cómo es que todo es miedo,
cómo es que todo arrastro,
cómo es que mi flor resiste...
Cómo es que el miedo es
derrumbe y vuelo
arruga y tersura,
hambre y empacho...
Cómo es que el miedo conoce
todas las palabras sin nombre,
y la exactitud de las horas
en las pasarelas de vértigo
que cruza desarmado el corazón
y cómo es que su arco des-cupido
siempre alcanza,
cómo es que nunca muere
en la batalla,
cómo es que yo
me salvo siempre.
Cómo es que me reconozco
almíbar de almifores,
cómo troto y discurro por el miedo
con tropas de enésima potencia,
cómo es que la sapiencia no me calma,
cómo es que el miedo presenta
orografías de selva, su agenda al día,
cómo es que el miedo nos dicta
arbitraria ortografía.
Cómo el miedo es cálamo
fusil y argucia, cómo el miedo es
salvaguardia y angustia,
cómo es la venda y la herida,
cómo le quitan la pluma al pájaro...
Yo sé que vencí al miedo
a intervalos de justicia
quiso ser tablero y pieza y le dejé,
quiso ser día en mis noches y le dejé,
quiso ser ruido en mi silencio y le dejé,
quiso ser fracaso en mis logros y le dejé,
quiso ser la mofa en mi llanto y le dejé
quiso ser muerte de quien yo amaba
y le dejé, quiso serme el alma
y lo luché, no huí, lo enfrenté
y cuentan algunas fuentes
que alguna partida
le gane.
© Maria Luisa Arenzana Magaña