Puede parecerles que están solos,
pero, ¿quién no lo está?
La compañía no es nunca
garantía de felicidad.
Cuídense el alma
al albor de la mañana:
una tostada, un poema, una ilusión,
sonrían a pesar de la tristeza,
sean amables aunque tengan
bien roto el corazón.
Una pequeña alegría
puede, con tiempo,
extender infinitos ramajes,
infinitos pinceles,
cubrir nubarrones profundos
de un rosa claro
a su alrededor.
© Maria Luisa Arenzana Magaña