Cargando...
Luis Marimón

Osario público

(I)

 
En los nichos de musgo y ópalo
los huesos se entremezclan:
vértebra de brujo, tibia de un sátrapa,
el fémur salobre de un marinero.
Sucesores ya de tanto olvido
se arremolinan en la serena
reliquia de la catacumba; la tierra,
el mar y el cielo.
Nada más santo que esa luz allá,
donde concluyen los pasos
y de los huecos
irrumpen las tibias ratas de ojos tristes.
Voy a ellos, todo primor los oscuros
rasgos de Dios, las palomas
con pétreos ramos de olivo,
la historia del diluvio y de la luna.
Alegorías de esas vasijas tenues que construye el viento
y resecan los viejos soles de la cristiandad
y de la morería.
Signos y escrituras que no alcanzo a comprender,
sonidos que repercuten
en los soñados ecos de algún cráneo vacío.
Al final del camino está el desastre;
al final del desastre empieza el vértigo,
árida música que llega desde lo alto
como una lluvia venenosa.
Finísima.
 

(II)

 
Cuando empiezan a germinar las piedras cíclicas
y el ojo insomne, seguro de estar muerto
es arroyo, nave, espejo
como serpiente va reptando hacia la altura.
–La altura es sólo humo. –
La distancia, como subterfugio de eternidad,
anda existiendo...
A veces,
–eso sí–
me permito cierta vacilación,
cierto suspiro
y el corazón, lleno de hiel, me late,
inclinado hacia el más oscuro
y olvidado y vacío
hueco de la noche.
Estancias de luz donde eternos son
los rostros que vimos por última vez;
los rostros amados...
 

(III)

 
Aquí las sombras habitan
como sepultureros que no saben qué tumba van a abrir.
Somos repetición mas una
misma palabra podrá tener el mismo acento
y cada muerte es diferente a la otra.
Triste es sólo aquel que solo habla
cuando camina por esta callecita;
cuando canta y no sabe
a quién preguntar
dónde queda su casa
y quiénes son
sus hijos.
Cuando empiezan a germinar las piedras cíclicas,
me voy doliendo, olvidándome,
hacia adentro...

Memorias del bufón

¿Disfrutate esta lectura? ¡invítanos a un café!.
Tu ayuda nos permite existir.
Otras obras de Luis Marimón...



Arriba