Ruinas... todo es ruina. El labio y la flor
y el alacrán.
Desde el despertar del mundo estoy muriendo:
llevando una escudilla, unos ojos ávidos,
el inagotable manantial de mi asco...
Los huesos de mis piernas son duros,
impenetrables mis ojos,
como los de los peces abisales...
He buscado la paz, no me avergüenzo de ello.
Busqué también las terribles cosas que nos nacieron.
He gastado el camino.
Me lo llevé en las piernas.
Deshice el mar con mi pesadilla de marino sin sueño;
descubrí una tierra digna para morir.
Soy hombre.
Amé,
parí,
tuve la vida.