Contamos las historias, las edades,
porque desembocamos en la luz,
porque al compás de desiguales años
quisimos ser caballos de más brío.
«Ser... o no ser...»: dilema de existencia,
discursea el hondón de los sentidos,
y en profesión de fe y de los comienzos
nos vamos, con franqueza, de las manos...
Pero es así:
si piensa la materia
y te interpela por mi voz el barro
nos revelamos cardinal progenie,
un salpique de icor corre en tu mano.
Pero es así.
Nosotros, tan anónimos,
tan calladitos a mitad del prado,
por una vez vencimos a la muerte...
¡Victoria excepcional! ¡Gloria es nacernos
... que el espíritu escupe eternidades!