Si pudiera ahogarme en un sueño,
lo haría en el que tuve ayer;
me subiría en la matica de chinas que mutó a palmera
y desde la copa, copita,
me lanzo para ahogarme de aire mientras caigo.
Y razón, razoncita, no es que me dejes;
es que me pusiste el corazón, corazoncito,
al ritmo de una rata,
hoy soy un roedor de alcantarilla,
rattus, rata o ratoncito ratoncitico.
Si no me ahogo en la caída,
voy a ser un picaflor de alas quietas,
a mil doscientos latidos por minuto el colibrí muere de inanición,
se me para la maquina, maquinita y ya está,
porque como dice el portugués de sombrero
“el corazón, si pudiese pensar, se pararía”.
Hoy mi corazón es más sabio y consciente que yo.