Francisco Gabilondo Soler
A la hora en que la luna
se asoma tras el tejado,
inclinada sobre la cuna
la Coneja está con cuidado.
 
Su conejito cayó enfermito
ay, pequeño, pobre de ti!
la barriguita le duele al conejo
porque en la tarde comió perejil.
 
Doña Coneja estaba perpleja,
y su otro hijo dijo por fin:
 
“Ponte aunque sea
el sombrero
y corre ligero,
hay que ir a comprar
cinco de linimento
y no pierdas tiempo
para regresar”
 
“Llega a la botica,
tocales la puerta,
dile al boticario,
por favor,
que despache pronto
el mejor remedio
para barriguitas
con dolor”
 
“Corre conejo corre,
porque tu hermanito
ya no puede más,
pero al volver recorre
el mismo camino
con velocidad.”
 
¡Oh! que lento pasaba el tiempo,
la aurora nunca llegaba;
y cargando a su pequeño
la Coneja se desesperaba.
 
El conejito estaba en un grito
muy enfermo por no saber
que todo aquel que ha nacido conejo
el perejíl jamás debe comer.
 
Doña Coneja alzo una oreja
y al mayorcito dijo otra vez:
 
“Ponte aunque
sea el sombrero
y corre ligero,
hay que ir a comprar
cinco de linimento
y no pierdas tiempo
para regresar”
 
“Llega a la botica,
tocales la puerta,
dile al boticario,
por favor,
que despache pronto
el mejor remedio
para barriguitas
con dolor”
 
“Corre conejo corre,
porque tu hermanito
ya no puede más,
pero al volver recorre
el mismo camino
con velocidad.”
Preferido o celebrado por...
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