Fran Gonzalez

Las Horas Que No Fueron

La vi llegar envuelta en un tiempo
que ya no era el mío,
con su risa de puñal limpio
y su piel sin memoria.
Yo, con los pies clavados en días gastados,
ella, viento, marea,
jugando con la arena de relojes
que a mí me aplastaban.
 
Le hablé con la voz de los que han vivido,
pero ella solo oía el rumor de su sangre.
Le mostré mis cicatrices,
y ella sopló sobre ellas
como quien apaga una vela sin dueño.
 
Quise llamarla por su nombre,
pero su nombre era aire,
y mi boca, piedra.
Quise tocar su sombra,
pero la luz la tenía en sus manos
y la luz no se deja atrapar.
 
Y así se fue,
sin irse nunca,
como las canciones que no se cantan,
como las cartas que no se envían.
La veo en las esquinas de las horas,
en la espalda de los días,
donde el amor no muere
porque nunca nació.

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