esde antaño en el mundo
reina el vano deseo
de parecer iguales
a los grandes señores los plebeyos.
Las cabras alcanzaron
que Júpiter excelso
les diese barba larga
para su autoridad y su respeto.
Indignados los chivos
de que su privilegio
se extendiese a las cabras,
lampiñas con razón en aquel tiempo,
sucedió la discordia,
y los amargos celos
a la paz octaviana,
con que fue gobernado el barbón pueblo.
Júpiter dijo entonces,
acudiendo al remedio:
¿Qué importa que las cabras
disfruten un adorno propio vuestro,
si es mayor ignominia
de su vano deseo,
siempre que no igualaren
en fuerzas y valor a vuestro cuerpo?»
El mérito aparente
es digno de desprecio;
la virtud solamente
es del hombre el ornato verdadero.