En un atolladero
el carro se atascó de Juan Regaña,
él a nada se mueve ni se amaña;
pero jura muy bien: gran carretero.
A Hércules invocó; y el dios le dice:
«Aligera la carga; ceja un tanto;
quita ahora ese canto:
¿Está? –Sí, le responde, ya lo hice.–
Pues enarbola el látigo, y con eso
puedes ya caminar». De esta manera,
arreando a la Mohína y la Roncera,
salió Juan con su carro del suceso.
Si haces lo que estuviere de tu parte,
pide al cielo favor: ha de ayudarte.