Félix María de Samaniego

El cerdo, el carnero y la cabra

Fábula

Poco antes de morir el corderillo
 
lame alegre la mano y el cuchillo
 
que han de ser de su muerte el instrumento,
 
y es feliz hasta el último momento.
 
Así, cuando es el mal inevitable,
 
es quien menos prevé más envidiable.
 
Bien oportunamente mi memoria
 
me presenta al lechón de cierta historia.
 
Al mercado llevaba un carretero
 
un marrano, una cabra y un carnero.
 
Con perdón, el cochino
 
clamaba sin cesar en el camino:
 
«¡Esta sí que es miseria!,
 
perdido soy, me llevan a la feria.»
 
Así gritaba: mas ¡con qué gruñidos!
 
No dio en su esclavitud tales gemidos
 
Hécuba la infelice.
 
El carretero al gruñidor le dice:
 
«¿No miras al carnero y a la cabra,
 
que vienen sin hablar una palabra?—
 
¡Ay, señor, le responde, ya lo veo!
 
Son tontos y no piensan. Yo preveo
 
nuestra muerte cercana.
 
A los dos por la leche y por la lana
 
quizá no matarán tan prontamente;
 
pero a mí, que soy bueno solamente
 
para pasto del hombre... no lo dudo:
 
Mañana comerán de mi menudo.
 
Adiós, pocilga; adiós, gamella mía.»
 
Sutilmente su muerte preveía;
 
mas ¿qué lograba el pensador marrano?
 
Nada, sino sentirla de antemano.
 
El dolor ni los ayes es seguro
 
que no remediarán el mal futuro.
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