Ernesto Cardenal

En Pascua resucitan las cigarras

1. En Pascua resucitan las cigarras
—enterradas 1 7 años en estado de larva—
millones y millones de cigarras
que cantan y cantan todo el día
y en la noche todavía están cantando.
Sólo los machos cantan:
las hembras son mudas.
Pero no cantan para las hembras:
porque también son sordas.
Todo el bosque resuena con el canto
y sólo ellas en todo el bosque no los oyen.
¿Para quién cantan los machos?
¿Y por qué cantan tanto? ¿Y qué cantan?
Cantan como trapenses en el coro
delante de sus Salterios y sus Antifonarios
cantando el Invitatorio de la Resurrección.
Al fin de mes el canto se hace triste,
y uno a uno van callando los cantores,
y después sólo se oyen unos cuantos,
y después ni uno. Cantaron la resurrección.
 
*
 
2. Ha llegado al cementerio trapense la primavera,
al cementerio verde de hierba recién rozada
con sus cruces de hierro en hilera como una siembra,
donde el cardenal llama a su amada y la amada
responde a llamada de su rojo enamorado.
Donde el reyezuelo recoge ramitas para su nido
y se oye el rumor del tractor amarillo
al otro lado de la carretera, rozando el potrero.
Ahora vosotros sois fósforo, nitrógeno y potasa.
Y con la lluvia de anoche, que desentierra raíces
y abre los retoños, alimentáis las plantas
como comíais las plantas que antes fueron hombres
y antes plantas y antes fósforo, nitrógeno y potasa.
Pero cuando el cosmos vuelva al hidrógeno original
—Porque hidrógeno somos y en hidrógeno nos hemos de convertir—
no resucitaréis solos, como fuisteis enterrados,
sino que en vuestro cuerpo resucitará toda la tierra:
la lluvia de anoche, y el nido del reyezuelo,
la vaca Holstein, blanca y negra, en la colina,
el amor del cardenal, y el tractor de mayo.
 
*
 
3. Como las bandadas de patos que pasan gritando,
que en las noches de otoño pasan gritando,
hacia lagunas del Sur que no han visto nunca,
y no saben quién los lleva, ni hacia dónde van:
así éramos llevados hacia Ti sin saber adónde.
y como las bandadas de patos que vienen del Sur,
en primavera, de América del Sur,
y pasan por Kentucky gritando de noche!
 
*
 
4. Hay un rumor de tractores en los prados.
Los ciruelos rosados están en flor.
Mira: están en flor los manzanos.
Amado, ésta es la estación del amor.
Los estorninos cantan en el sicómoro.
Las carreteras huelen a asfalto recién regado
y los carros pasan con risas de muchachas.
Mira: la estación del amor ha llegado.
Todo pájaro vuela perseguido por otro.
 
*
 
5. Ha venido la primavera con su olor a Nicaragua:
un olor a tierra recién llovida, y un olor a calor,
a flores, a raíces desenterradas, y a hojas mojadas
(y he oído el mugido de un ganado lejano...)
¿O es el olor del amor? Pero ese amor no es el tuyo.
Y amor a la patria fue el del dictador: el dictador
gordo, con su traje sport y su sombrero tejano,
en el lujoso yate por los paisajes de tus sueños:
él fue el que amó la tierra y la robó y la poseyó.
Y en su tierra amada está ahora el dictador embalsamado
mientras que a ti el Amor te ha llevado al destierro.
 
*
 
6. Como las lechuzas que sólo ven de noche, y como
el mediodía es la medianoche de los murciélagos,
en esta tarde luminosa de julio ¿no será otra la luz
y no será tan sólo lo oscuro lo que vemos:
el tanque de agua plateado, la puesta de sol,
las golondrinas revoloteando, este libro de Suso,
el avión que cruza como un pez por el cielo de julio?
 
*
 
7. Los automóviles van y vienen por la carretera,
frente al noviciado, como las olas del mar.
Se oye el rumor lejano que va creciendo
y creciendo más y más, el acelerar del motor,
el susurrar de las llantas sobre el asfalto mojado,
y después decrece y decrece, y no se oye más.
Y otro motor a lo lejos vuelve a comenzar.
Como las olas del mar. Y yo corría como las olas
por carreteras asfaltadas que a ningún sitio van.
Y a veces me parece que todavía corro por ellas,
y que es un sueño que ya he llegado a algún lugar,
y no estoy viendo en paz pasar los automóviles
sino que he mirado este lugar distraídamente
desde el efímero automóvil que acaba de pasar.
 
*
 
8. Los insectos acuáticos de largas patas
patinan sobre el agua como sobre un vidrio.
Y patinan en parejas. Se separan
y se persiguen y se emparejan otra vez.
Y pasan toda su vida bailando en el agua.
Tú has hecho toda la tierra un baile de bodas
y todas las cosas son esposos y esposas.
Y sólo Tú eres el Esposo que se tarda
y sólo yo soy la esposa sola sin esposo.
Los tálamos de los pájaros están verdes
y las parejas de grajos vuelan jugando,
las parejas de grajos negros, jugando
y gritando: ¡A A A A! ¡A A A A!
 
*
 
9. 2 am. Es la hora del Oficio Nocturno, y la iglesia
en penumbra parece que está llena de demonios.
Esta es la hora de las tinieblas y de las fiestas.
La hora de mis parrandas. Y regresa mi pasado.
         «Y mi pecado está siempre delante de mí.»
Y mientras recitamos los salmos, mis recuerdos
interfieren el rezo como radios y como roconolas.
Vuelven viejas escenas de cine, pesadillas, horas
solas en hoteles, bailes, viajes, besos, bares.
Y surgen rostros olvidados. Cosas siniestras.
Somoza asesinado sale de su mausoleo. (Con
Sehón, rey de los amorreos, y Og, rey de Basán.)
Las luces del «Copacabana» rielando en el agua negra
del malecón, que mana de las cloacas de Managua.
Conversaciones absurdas de noches de borrachera
que se repiten y se repiten como un disco rayado.
y los gritos de las ruletas, y las roconolas.
          «Y mi pecado está siempre delante de mí.»
 
Es la hora en que brillan las luces de los burdeles
y las cantinas. La casa de Caifás está llena de gente.
Las luces del palacio de Somoza están prendidas.
Es la hora en que se reúnen los Consejos de Guerra
y los técnicos en torturas bajan a las prisiones.
La hora de los policías secretos y de los espías,
cuando los ladrones y los adúlteros rondan las casas
y se ocultan los cadáveres. Un bulto cae al agua.
Es la hora en que los moribundos entran en agonía.
La hora del sudor en el huerto, y de las tentaciones.
Afuera los primeros pájaros cantan tristes,
llamando al sol. Es la hora de las tinieblas.
Y la iglesia está helada, como llena de demonios,
mientras seguimos en la noche recitando los salmos.
 
*
 
10. Como latas de cerveza vacía y colillas
de cigarrillos apagados, han sido mis días.
Como figuras que pasan por una pantalla de televisión
y desaparecen, así ha pasado mi vida.
Como los automóviles que pasaban rápidos por las carreteras
con risas de muchachas y música de radios...
Y la belleza pasó rápida, como el modelo de los autos
y las canciones de los radios que pasaron de moda.
Y no ha quedado nada de aquellos días, nada,
más que latas vacías y colillas apagadas,
risas en fotos marchitas, Boletos rotos,
y el aserrín con que al amanecer barrieron los bares.
 
*
 
11. La bocina de este auto en la carretera me es familiar
y este viento silbando en los pinos
y estremeciendo el techo de zinc del noviciado
me recuerda mi casa. Alguien llama desde el auto.
Pero mi casa, Junto a la carretera
donde estaban siempre pasando los autos,
hace años fue vendida y en ella viven extraños.
El auto era desconocido y ya se fue.
Sólo el viento es el mismo. Sólo el silbido
de esta tarde lluviosa de otoño es familiar.
 
*
 
12. Los árboles parecen cabelleras de muchachas pelirrojas
y rubias. Las hojas mojadas, rojas y doradas
están cayendo, y cayendo, como cabelleras.
Otra vez es otoño. Ha pasado un año rápido
como el tren que pasó pitando detrás de los árboles,
y el avión de plata que pasó volando y ya no vuelve
y los pájaros que pasan volando, hacia Hispanoamérica.
 
*
 
13. No sé quién es el que está en la nieve.
Sólo se ve en la nieve su hábito blanco,
y al principio yo no había visto a nadie:
sólo la pura blancura de nieve con sol.
El novicio en la nieve apenas se ve.
y siento que hay Algo más en esta nieve
que no es ni novicio ni nieve y no se ve.
 
*
 
14. Detrás del monasterio, junto al camino,
existe un cementerio de cosas gastadas,
en donde yacen el hierro sarroso, pedazos
de loza, tubos quebrados, alambres retorcidos,
cajetillas de cigarrillos vacías, aserrín
y zinc, plástico envejecido, llantas rotas,
esperando como nosotros la resurrección.
Préféré par...
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