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Elideth Abreu

Sonetos Ingleses encadenados.

 
 
1. Amanecer
 
El alba quiebra el sueño del sendero,
un rayo danza en campos de rocío,
despierta el ruiseñor su canto fiero,
y el viento juega, errante y sin estío.
 
La niebla besa el trigo con dulzura,
susurra el río, el sol lo vuelve llama,
la tierra vibra en tímida ternura,
y el cielo en oro puro se derrama.
 
Mil hojas tiemblan en la rama verde,
susurros que en la brisa se diluyen,
un viejo roble al viento nunca cede,
sus raíces en sombra se construyen.
 
En luz y sombra, el día va y regresa,
y el campo bebe el sol como una ofrenda.
 
2. Ofrenda
 
Y el campo bebe el sol como una ofrenda,
se viste de esmeralda el viejo suelo,
con luz de luna el mar en sombra ascienda,
con brisa dulce y hojas por anhelo.
 
Los álamos se visten de canciones,
sus brazos altos danzan con el viento,
y el sauce llora en lentas confesiones,
dejando en su raíz un sentimiento.
 
Los pétalos despiertan en la aurora,
perfume de jazmín besa la vida,
y el aire de las rosas se enamora,
dejando su fragancia en despedida.
 
Oh tierra, en tu latir hallo mi cuna,
y en cada flor renace mi fortuna.
 
3. Fortuna
 
Y en cada flor renace mi fortuna,
el canto del jilguero es mi tesoro,
en la montaña altiva brilla una
luz de cristal, de verde puro y oro.
 
Las olas me susurran sus secretos,
su risa en la resaca es mi delirio,
el viento va dejando sus sonetos
bordados en el alba con misterio.
 
Oh bosque, fiel refugio del pasado,
tu sombra es mi guarida y mi sendero,
y en cada aroma verde renacido,
descanso del ayer que fue severo.
 
Si el mundo me olvidara sin piedad,
sería en tu verdor mi eternidad.
 
4. Eternidad
 
Sería en tu verdor mi eternidad,
en cada tronco firme y cada hoja,
allí donde la sombra es claridad,
allí donde la brisa nunca afloja.
 
Los siglos van quedando en tu corteza,
tallados en la piel de tu memoria,
tu pulso es el compás de la belleza,
tu voz la que da vida a cada historia.
 
Los ciervos van dejando su sendero,
las aves cruzan cielos sin cadenas,
y el río entre las piedras va sincero,
tallando con amor sus azucenas.
 
Eres raíz, refugio y fortaleza,
del hombre que te hiere y te desprecia.
 
5. Desprecio
 
Del hombre que te hiere y te desprecia,
brotan las ruinas grises del cemento,
el humo va apagando la belleza,
robando de los campos su aliento.
 
Los bosques se desvanecen callados,
sus sombras rotas mueren sin reproche,
y el río se convierte en desolado
espejo negro bajo un sucio coche.
 
El sol se oculta tras la nube densa,
la brisa ya no canta, sólo llora,
y el mar que antes danzaba en su presencia,
agoniza en el lodo que devora.
 
Oh tierra, que en tus venas va la herida,
serás ceniza si no hallas salida.
 
6. Salida
 
Serás ceniza si no hallas salida,
ceniza de los bosques extinguidos,
ceniza de la vida consumida,
ceniza de los cantos ya perdidos.
 
Mas si el humano escucha tu lamento,
y aprende de la tierra su lenguaje,
renacerá la flor en su momento,
volverá la esperanza en el paisaje.
 
El agua pura hallará su camino,
los árboles serán su mismo escudo,
el viento será libre en su destino,
y el sol vendrá radiante y mudo.
 
Que el hombre, en su ambición, halle el sentido,
y aprenda a devolver lo que ha perdido.
 
7. Perdido
 
Y aprenda a devolver lo que ha perdido,
a dar al campo un árbol, no un escombro,
a ver el cielo limpio y encendido,
a no apagar la luz bajo su asombro.
 
Que el monte no se pierda en las cenizas,
que el río vuelva a hablar con voz serena,
que el aire ya no quiebre sus sonrisas,
que el bosque olvide el fuego y su condena.
 
Si el hombre encuentra amor en la natura,
hallará su reflejo más sincero,
será en el bosque un alma clara y pura,
y en cada flor verá su amor primero.
 
Y así la tierra al fin será su casa,
y en su regazo el tiempo no se pasa.
 
8. Regazo
 
Y en su regazo el tiempo no se pasa,
la sombra de los robles es testigo,
el musgo se deshace en tibia brasa,
y el viento va bordando su abrigo.
 
Las lluvias besan lento la pradera,
la hiedra se desliza por la roca,
la tarde se derrama en primavera,
y el campo abre su alma que provoca.
 
Oh madre de los tiempos y senderos,
de valles que susurran y reposan,
si el hombre ve en tu ser su amor primero,
renacerás aún más pura y hermosa.
 
Y entonces, sin temor ni más heridas,
serás la voz eterna de la vida.
 
9. Vida
 
Serás la voz eterna de la vida,
madre de todo brote y todo canto,
serás raíz, rocío y bienvenida,
serás calor, ternura y dulce manto.
 
Serás la huella fresca de la espuma,
serás la flor que el hombre ya no pisa,
serás la estrella pura en clara bruma,
serás la brisa suave que acaricia.
 
Si el hombre no destruye tu destino,
si aprende que sin ti no hay horizonte,
tu savia seguirá su fiel camino,
y en cada bosque alzará su monte.
 
Oh tierra, madre fiel en su sendero,
eres mi hogar, mi origen verdadero.
 
10. Madre
 
Eres mi hogar, mi origen verdadero,
tierra de trigo, monte y río eterno,
la cuna donde el cielo es más sincero,
la luz donde mi sombra nunca enfermo.
 
Tus brazos son el nido de la aurora,
tu voz el eco suave de la brisa,
en cada flor tu risa se enamora,
en cada estrella tu latido brilla.
 
Madre del mar, del árbol y la espiga,
madre del sol que abriga mi camino,
madre del aire puro y la fatiga,
madre del mundo azul y su destino.
 
Si en mí algún día el tiempo deja herida,
serás en mí la voz que da la vida.

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