Cruz María Salmerón Acosta

Los ojos perdidos

Los dos ojos azules que yo había perdido
los hallé al fin en otra linda faz de mujer;
pero apenas mirarlos un momento he podido,
pues lo mismo que antes los he vuelto a perder.
 
Esos ojos celestes para siempre se han ido
como todas mis bellas ilusiones de ayer,
pues no hará la fortuna que tan mal me ha querido
que yo alcance la dicha de volverlos a ver.
 
De sufrir por su ausencia hoy estoy más enfermo;
pero yo me consuelo cuando pienso en mi yermo,
que después que esos ojos se apartaronde aquí,
 
desde el mar dirigieron una dulce mirada
a la lámpara sola de mi sola morada,
se pusieron muy tristes y lloraron por mí.
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