Vierte entre las florestas silenciosas
un resplandor, su aparición de estrella,
y acariciando va todas las cosas
su mirada que la hace ser más bella.
A su paso deshójanse las rosas,
la luz del sol baja a besar su huella,
y hasta las mismas flores olorosas
quedan por algún tiempo oliendo a ella.
Yo la miro perderse entre las flores,
y con la voz de todos los amores
voy a llamarla, pero me da miedo
verla venir hacia la angustia mía,
porque yo, que la sueño todavía,
quiero amarla como antes, y no puedo.