Yo fui Quijote por algunos años
y llena el alma de un ensueño hermoso
tuve en mi Dulcinea del Toboso
los mil encantamientos más extraños.
En mis luchas de pérfidos engaños
para mí no hubo tregua ni reposo,
y, lanza en ristre, arremetí furioso
contra molinos y contra rebaños.
Aunque más de una vez burlado fuera
sólo me avergoncé por vez primera
cuando, como el Manchego sin fortuna
me encontré sin honor y desarmado
a los pies de un barbero disfrazado
de Caballero de la Blanca Luna.