Tal vez, algún día, todo aquel ruido comenzaría a contaminarme.
Tal vez, algún día, sentiría la necesidad de tomar un autobús con destino a un lugar vacío y sin ruido contaminante.
Tal vez me quitaría los audífonos y gozaría de nuevo de la paz que transmite el silencio,
y sólo podría disfrutar al ver la luz del sol tocando las ramas de los árboles,
podría escuchar el tranquilizante sonido del viento.
Y aunque el misterioso monstruo se me apareciera,
seguro que me acercaría a él sin miedo,
me adentraría en él,
y trataría de averiguar cómo se siente y cómo piensa,
y por qué será que a las personas les causa tanto terror encontrarlo.
Sólo así descubriría que tal monstruo no luce como imaginé,
que en realidad se ve igual a mí,
que no tiene colmillos,
que sólo posee un par de ojitos tristes.
Seguro lo abrazaría,
cerraría mis ojos y al abrirlos me daría cuenta que en realidad ese monstruo soy yo,
que todo este tiempo me he temido a mí
y que he sido el mejor monstruo que me pude haber encontrado...