A veces no puedo viajar,
me siento estancada,
sin salida,
sumergida en la monotonía
en una rutina interminable.
No puedo viajar,
pero de pronto llegan a mí pequeñas cosas,
cosas extraordinarias,
instantes que se paralizan como si se detuviera el tiempo,
como si de pronto yo pudiera salir de aquí,
sin la necesidad de despegar mis pies de este suelo.
A veces me voy a otro sitio, lejos,
muy lejos de aquí,
dónde se encuentran mis más profundos deseos,
escucho una canción de Ludovico Einaudi,
y tomo un boleto con destino a mi imaginación,
algunas veces con paradas a proyecciones del futuro,
algunas otras con paradas a mis recuerdos del pasado.
A veces leo hermosas obras de poesía,
y viajo directo a mi corazón,
dónde me encuentro entonces tan identificada,
leyendo palabras que han sido sentidas por mí,
pero que alguien más tuvo la valentía de decirlas en voz alta.
Y si decido cambiar de destino,
basta con tan solo salir por la noche,
disfrutar del silencio,
mirar las estrellas y...
es como si ya no quisiera ir a otra parte,
lo tengo todo justo aquí,
justo ahora.