Writter Armida Patterson
Supongo que así es, unos van, otros vienen. Las nubes viajan dejando paso a los rayos del sol, las estaciones, como los años, van pasando mientras uno se funde en los cambios. Resulta difícil precisar qué tanto queda de uno mientras el viento se va llevando nuestros recuerdos, las promesas que quedaron escritas entre cartas refundidas en los cajones y aquellas fotografías de navidades acarameladas con bengalas. Donde pensar en una despedida resultaría impensable, siempre hay un día en el futuro, marcado en un renglón, en el que lo impensable se vuelve una certeza. Hay personas que están al alcance de un mensaje, una llamada, un “lo siento”, otras no... pero las encuentras en una oración, en un sueño, en una canción, o al cerrar los ojos para navegar en aquellos recuerdos de la infancia donde las cosas siguen siendo lo que solían ser, pero me pregunto... ¿saber que han cambiado no le resta color a esos recuerdos? Soy una parte de cada recuerdo pero me gusta contar las estrellas y creer que soy mucho más, que puedo ser incluso lo que no he vivido. Lo reconfortante de haber perdido, es aferrarse a la idea de que pronto llegarán metas cumplidas, éxitos y victorias. Sólo con el corazón abierto uno puede estar disponible para la fábrica de nuevos momentos felices, porque estos nunca dejan de ser posibles, uno los crea..