Llovía,
y nunca me sentí tan perdida,
mis ojos miraban un cielo nublado y yo ensombrecida,
busqué entre las gotas consuelo,
giré para ver mi reflejo,
pero los charcos de lluvia se mezclaban con las lágrimas que de mis mequillas caían.
Traté de no mojarme, y me cubrí con las páginas,
que contenían los nombres de quienes llamo familia,
al menos dentro de tal obscuridad me obsesioné con la luz,
la idea de pintar de colores lo que se sentía tan azul,
pero ni el más luminoso deseo cambiaba que llovía,
estaba perdida,
tan pequeñita,
arrodillada y llorando entre gotas frías