Fuimos los perfectos políglotas: yo te hablaba en cristiano, tú me callabas en francés.
Todos los días sonrío, o es que no lo ves: unos días al derecho, otros al revés.
Todo el mundo quiere ser inmortal, pero nadie se ha molestado en leer la letra pequeña: para ser inmortal
Algunos se van a desilusionar, otros pensarán que es mentira, cuando les diga que lo que tiene valor en la vida no se puede patentar.
Desde que desperté, me dediqué a desear dibujarla despierta y desnuda: danzando decidida
Todos llorando por lo malo del mundo, como si no hubieran visto ni un gramo, de maldad. Y yo, sonrisa en mi cara,
Háblame de la fotogenia de la primavera de mis manos meciendo tus muslos y tus piernas
Esta disputa —que el lector disfruta— de la zorra con las uvas me enseña
Curioso caso: el que vivió sin ganas las acabó encontrando. La historia acabó: Quien vivió sin ganas,
Vístete fuego, viste té y hierba en el pelo: arriba el cielo, abajo el trigo
Nunca fue fácil enfrentarse a lo frágil: pero aquí estamos.
Larga es la historia, corta la conclusión: cada vez menos pelos en la lengua, más en el corazón.
¿Sin ganas de vivir? Vive sin ganas. Las ganas de vivir se ganan viviendo.
La procesión va por dentro, no por teatro.
Del maestro más mordaz, siempre somos aprendiz: las lecciones vitales siempre dejan cicatriz.