Hoy cumplo treinta años de mi vida,
y doblo de la vida el Cabo de Hornos.
Y la ruta sin altos ni retornos
hacia el futuro va desconocida.
Atrás quedó mi juventud, ¿perdida?
Yo la maté: lo digo sin adornos.
Yo la maté: lo digo sin bochornos.
Así mata un amante a su querida.
Pero no la perdí. Transfigurada,
ella fué mi sostén en la jornada
de tres mil días por la Selva Obscura.
Ella me dió la paz que reverencio,
flor de la soledad y del silencio.
Y soy un buen doctor en amargura.