Alfredo Arvelo Larriva (1883-1934).
Poeta, periodista y político venezolano, nacido en Barinitas (capital del municipio de Bolívar, en el estado de Barinas) el 25 de mayo de 1883, y fallecido en Madrid (España) el 13 de mayo de 1934. Figura destacadísima de la lírica venezolana del primer tercio del siglo XX, dejó una interesante producción poética que, influida en sus comienzos por la poderosa huella del Modernismo hispanoamericano, evolucionó hacia un post-modernismo de inconfundible sello original, marcado por la naturalidad, la espontaneidad, la acidez irónica y, en ocasiones, el tono abiertamente jocoso que no logra ocultar un indeleble poso de amargura. Gran parte de sus versos fueron publicados, de forma clandestina, bajo el pseudónimo de E. Lenlut, formado por las primeras letras del apodo que le pusieron sus amigos debido a que solía vestir siempre de negro (“El Enlutado”).
Alfredo Arvelo Larriva (1883-1934).
Poeta, periodista y político venezolano, nacido en Barinitas (capital del municipio de Bolívar, en el estado de Barinas) el 25 de mayo de 1883, y fallecido en Madrid (España) el 13 de mayo de 1934. Figura destacadísima de la lírica venezolana del primer tercio del siglo XX, dejó una interesante producción poética que, influida en sus comienzos por la poderosa huella del Modernismo hispanoamericano, evolucionó hacia un post-modernismo de inconfundible sello original, marcado por la naturalidad, la espontaneidad, la acidez irónica y, en ocasiones, el tono abiertamente jocoso que no logra ocultar un indeleble poso de amargura. Gran parte de sus versos fueron publicados, de forma clandestina, bajo el pseudónimo de E. Lenlut, formado por las primeras letras del apodo que le pusieron sus amigos debido a que solía vestir siempre de negro (“El Enlutado”).
Nacido en el seno de una familia en la que primaba el amor a las Letra y el cultivo de la creación poética—como habría de quedar patente no sólo en su trabajo literario, sino también en las obras de su hermana menor Enriqueta y de su primo Alberto Arvelo Torrealba—, recibió desde niño una excelente formación escolar, iniciada en su ciudad natal.
A los doce años de edad, el joven Alfredo fue enviado a Caracas para que cursara allí sus estudios de Bachillerato, en los que ya dio muestras de una especial predisposición para la creación literaria. Poco después, ya en plena juventud, se dio a conocer como escritor por medio de los artículos periodísticos que publicó en diferentes medios caraqueños, donde pronto se distinguió por su acusada ideología revolucionaria y, en consecuencia, por su frontal oposición al régimen dictatorial del general Juan Vicente Gómez. Esta precoz iniciación en el ámbito del periodismo le permitió convertirse, a muy temprana edad, en una de las figuras más relevantes de la prensa venezolana, a la que aportó, como fundaciones propias, la revista Hoy Sábado y el rotativo El Otro. Además, en colaboración con el gran escritor, periodista e intelectual de Santa Bárbara Jesús Semprum fundó, en 1911, la publicación Sagitario, una de las revistas más interesantes del panorama cultural venezolano de la segunda década del siglo XX; y, al mismo tiempo, mantuvo una fructífera colaboración con otro hepdomadario, Lectura Semanal, dirigido por el poeta, novelista y ensayista José Rafael Pocaterra.
Viajero infatigable desde su juventud, antes de ocupar este lugar preeminente en la prensa de su nación Alfredo Arvelo había recorrido con gran detenimiento una vasta región de la Amazonía, lo que le permitió conocer en profundidad el paisaje, las gentes y las formas de vida de ese impresionante territorio del Cono Sur americano. A su regreso de este largo viaje -que realizó, a los diecinueve años de edad, en compañía de un familiar suyo-, el futuro escritor se afincó de nuevo en las llanuras que le habían visto nacer, donde residió durante algunos años; posteriormente, emprendió otro largo y demorado recorrido por la región de Los Andes, al término del cual se instaló en Caracas y empezó a desplegar esa intensa y fructífera labor periodística descrita en el párrafo anterior.
Su ya mencionada oposición radical al gobierno autoritario de Juan Vicente Gómez la acarreó muchos problemas tan pronto como se hizo con un nombre relevante entre los periodistas de Caracas. Así, fue detenido y encarcelado, por sus críticas al régimen, en Ciudad Bolívar, posteriormente sufrió también reclusión en Puerto Cabello; finalmente, después de haber pasado ocho años reducido a presidio -desde donde, de forma clandestina, lograba hacer llegar sus poemas a sus amigos, que los publicaban bajo el ya anotado pseudónimo de E. Lenlut-, fue puesto en libertad y, acto seguido, condenado a la pena de destierro.
Así las cosas, en 1921 Alfredo Arvelo Larriva emprendió un largo recorrido por diversos lugares de América y Europa, uniendo a su innata vocación viajera su forzada condición de exiliado. Finalmente, llegó a España y se estableció en Madrid, en donde habría de permanecer hasta el final de sus días.
Aunque los versos de Arvelo Larriva se difundieron y leyeron profusamente de forma clandestina durante su estancia en su país natal, el escritor de Barinitas publicó, en vida, muy pocos poemarios. Su irrupción en el género poético tuvo lugar a mediados de la primera década del siglo XX, cuando dio a la imprenta la colección de versos titulada Enjambre de rimas (Ciudad Bolívar, 1906), una interesante opera prima claramente inscrita en esas coordenadas estéticas y temáticas del Modernismo que, a la sazón, estaban presentes en todas las literaturas de América y buena parte de la Europa occidental.
Los primeros atisbos de la superación de esta estética modernista en la producción lírica de Alfredo Arvelo aparecieron en su segunda entrega poética, Sones y canciones (Caracas, 1909), obra en la que ya figuran claras notas de un postmodernismo caracterizado por el humor, la preocupación pre-vanguardista por los divertimentos formales y la estilización de la materia específicamente nacional (con ciertos toques de tenue criollismo).
Finalmente, en sus publicaciones postreras—el libro recopilatorio titulado La encrucijada. Secuencias de otro Evangelio. Salmo a los brazos de Carmen (Caracas, 1922), y su último poemario El 6 de agosto (Caracas, 1924)—, Alfredo Arvelo había evolucionado hacia un tono amargo que, pleno de lucidez y atenuado, en parte, por su irrenunciable tendencia hacia el desenfado, reflejaba el desgarro y la soledad que le rodearon durante aquel duro período de cárcel y destierro. Los rasgos principales de esta última etapa de su producción lírica quedan perfectamente plasmados en su espléndido soneto
Atrás quedó mi juventud, ¿perdida?
Yo la maté: lo digo sin adornos.
Yo la maté: lo digo sin bochornos.
Así mata un amante a su querida.
Pero no la perdí. Transfigurada,
ella fue mi sostén en la jornada
de tres mil días por la Selva Obscura.
Ella me dio la paz que reverencio,
flor de la soledad y del silencio.
Y soy un buen doctor en amargura.
Tres lustros después de la muerte del poeta de Barinitas, el Ministerio de Educación de Venezuela ofreció una interesante muestra recopilatoria de su producción lírica, publicada bajo el título de Sones y canciones y otros poemas (Caracas, 1949).
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