De mí, yo sé que dicen los más: –“Es un bandido”.
–Los más forman la turba: la turba no conoce
a nadie. Tras el Cristo sólo marchaban doce:
por uno fué negado, por otro fué vendido,
y los demás huyeron del Huerto sorprendido.
Al raro no lo entiende la turba, aunque se roce
con él: le llama fiero si es franco; si ama el goce
primaveral y humano, le llama corrompido.
La muchedumbre tacha de viles y perversos
los orgullos más nobles y los más nobles versos…
–“Es un bandido”, dice, de mí, la muchedumbre.
Y sonrío… Yo tengo dulzor para los mansos
corderos, burladora piedad para los gansos;
y aplasto los reptiles con piedras de la cumbre.