Era una roca y por más que trató de lanzarse al río que tenía delante de sí, no logró si quiera moverse un milímetro. Era una simple roca, y por más que trató de estirarse hasta tocar las nubes, la verdad fue que nunca pudo crecer ni un pelo. Era una roca, y aunque le costó años comprenderlo y admitir esto, cuando al fin lo hizo fue que dejó escapar un suspiro, entregándose a la tierra para disfrutarla con plenitud y dicha.
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