Juiste igual qu’esas hembras querendonas y güenas
que ni al pior de los machos le mesquinan su amor,
y que crusan la vida redamando ternuras,
y aliviando dolores, y sembrando ilusión.
Tu palenque jué un braso levantao en la loma,
un yamao aparcero convidando a dentrar;
y con caña y guitarra, con baraja y con taba,
te sobraron siñuelos pal gauchaje bagual.
Y t’hiciste querencia de las vidas sin rumbo;
farolito en la noche de los pechos sin fe;
manantial pa lavarle las heridas al triste
y al sediento de olvido remediarle su sé.
Reyenaste las brocas que cavara l’ausencia;
ensiyaste memorias pa volver al ayer;
y mochaste’l abrojo de las almas machorras
que no jueron capaces de parir un querer...
Los domingos, tu reja floreció de truquiadas;
espinao de rodajas, tu silencio juyó;
y entre música’e copas y latir de vigüelas,
desnudó el pago bravo su cerrao corasón.
Y en la noche curiosa que oriyaba ti fiesta
los facones pusieron una marca de lus;
rabonó las distancias un galope matrero,
y pa un muerto dio el cielo cuatro estreyas en crus...