Hay la noche,
la sumisión de los cuerpos
en las sombras,
hay la abolición de un sol ecuestre
sobre las ancas de un caballo
diáfano
y la caída larga de tus ojos,
y los recuerdos de tu ver dormidos,
espejos desteñidos por el tiempo,
por la noche que abunda
en mi memoria
y me condena
a no mirarte.