Lámina tendida de oro,
y en el dorado aplanamiento,
dos cuerpos como ovillos de oro;
Un cuerpo glorioso que oye
y un cuerpo glorioso que habla
en el prado en que no habla nada;
Un aliento que va al aliento
y una cara que tiembla de él,
en un prado en que nada tiembla.
Acordarse del triste tiempo
en que los dos tenían Tiempo
y de él vivían afligidos,
A la hora de clavo de oro
en que el Tiempo quedó al umbral
como los perros vagabundos...