Huelo felicidad a mi encuentro salen almas ágiles y graciosas. Creo en un dios festivo que sabe bailar
Alégrate por el bienestar de otros. La envidia, envenena el alma.
La calma se posa en las piedras serenas. ellas no tienen esperanzas ni angustioso devenir.
Extraíste lo dulce de tu pócima has ordeñado la vaca de pesares y ahora disfrutas la mielosa leche láctea de las ubres de oro.
Ballenas de mar, lomos pedazos de islas navegantes, errantes y a la deriva.
He coronado vuestra cabeza con tallos de verde y fresca hiedra.
La prisa puede conducir a error es propio de sabios ir a pie, paso a paso,
Luna dulce, luna de azúcar, en la inmensa taza del firmamento.
Ya danzará la tierra toda y las mujeres dejarán de tejer sus telares y los hombres navegar los fatigantes mares.
Gran poder es saberse moderar.
Mirad hacia la montaña. Se ha posado un arcángel blanco ¡¡Albino!! como la nieve. Vigila con su espada los transparentes velos
La piedra lanzada en el lago viajaba como un astro dejando su estela de circunferencias locas.
La felicidad se va formando de pequeños momentos de alegría.
Mar, que la sed transforma en sal. Mar, espejo voraz,
Movía su rueca mágica mientras cantaba himnos angelicales.