[Esta fabulilla cómica
la escuché a temprana edad:
ni avalo sus argumentos
ni sé si será verdad.
Refiero esta breve fábula
al par de esta salvedad;
será a ti a quien corresponda
juzgar con serenidad
y lo que opines, lector,
será también mi verdad].
—
Mi fábula es el registro
de aquella conversación
que tuvo con el ratón
devoto, el gato ministro.
“Buenos días”, “Buenos días”,
salúdanse los amigos,
y se adelanta al ratón
el gato: “¡Yo te bendigo!
¡Que la paz del Dios Altísimo
sea contigo, mi hermano!;
perdona si no te abrazo,
pues traigo llenas las manos...”
—¿Y qué traes en las manos?—
inquiere el ratón–.
—¡Ofrendas
traigo en la mano derecha...
y los diezmos en la izquierda!
... Y al círculo de esta gracia
me alegra que tú te integres;
ve a Segunda de Corintios:
‘Dios ama al dador alegre’ -
dice el gato evangelista
que una grande fe enarbola...
y otras cargas y prebendas
las recoge con la cola.
—¿Son de Dios tales ofrendas
y diezmos, señor ministro?
—¡Tal fortuna es del Señor!,
pero yo se la administro...
“Nuevamente se le vio
la joroba al dromedario...
¡Quien quiera encontrar a Dios...
elimine intermediario!”,
osa el oso solitario.