Chargement...
The Labro Falls at Kongsberg, by Thomas Fearnley
Leopoldo Minaya

Abismo, soy tu reflejo

(La voz del ente).

No te hablo como hijo,
ni como siervo,
ni como nada de lo que otros han sido ante ti.
 
Te hablo como el que cayó
en tu Silencio
y aún así siguió llamándote
con la voz destrozada de las piedras.
 
Te he buscado sin piedad.
No por fe,
sino por falta de otra cosa que seguir.
 
No tengo himnos.
No tengo nombres.
No tengo paz.
Solo tengo este cuerpo lleno de preguntas
que nadie ha querido escuchar,
ni siquiera tú.
 
Tú, que no hablas.
Tú, que no gritas.
Tú, que no respondes,
pero permaneces.
 
Oh, silencio anterior al primer verbo,
oh, Misericordia que no se justifica,
¿por qué no has derribado aún mi aliento?
 
No quiero tu paraíso.
No quiero tu perdón.
No quiero que me salves
ni que me nombres justo.
 
Solo te pido una cosa:
que nadie más contemple cuanto he contemplado.
Que nadie más descienda donde yo he bajado.
Que a nadie más le muestres el rostro
que se vuelve humo cuando uno tiende la mano.
 
Abismo,
yo soy tu espejo,
pero solo para ti.
 
Ciérrame.
Borra mi nombre de los profetas.
Haz que no haya recuerdo de mi oración,
ni eco de este lamento
ni señal alguna de ella o él en los salmos del mañana.
 
No repitas en otro ser
lo que hiciste conmigo.
 
Sé mi verdugo y mi resguardo,
mi pena y mi secreto.
Toma mi lengua si es necesario,
pero no permitas que otro sienta este fuego
sin luz.
Este fuego
que arde sin mostrar
quién lo encendió.
 
Hazme el último.
Hazme el único.
Hazme el que ve
para que los demás puedan dormir.
 
Y si he de volver a ti,
que sea sin voz,
sin cuerpo,
sin peso,
solo como brasa apagada
que se consume en tu Misericordia
y no deja sombra.

Autres oeuvres par Leopoldo Minaya...



Haut