Soplos helados
Vientos del sur
Sueños velados...
Presencias...
—Cómo estás?...
Puedo oler tu perfume con el aire frío que me eriza la piel...
Una corriente de aire hace bailar la cortina, dejando entrever la ventana cerrada...
—Amo tus visitas sin preaviso, me siento segura.
La danza de la cortina cesa, la tibieza de la calefacción se vuelve a notar.
Siento los pasos de mi hija en la escalera...
—Ma, soñé con el papá. Estaba feliz.
Se mete en mi cama, la abrazo y se vuelve a dormir.
–Gracias por venir... Adoro tus visitas – susurro.
Me vuelvo a dormir,
sin llantos ni dolor
Solamente la dulce sensación de tu no– ausencia.