Invoco a los seres que habitan los vientos,
veloces... Fugaces.
Suban mis defensas, mi dolor apaguen.
Dragones alados, Hadas del fuego
Quemen estos lazos, quemen mis apegos.
Ondinas, Nereidas, preciosas Asrai
Mi sangre que ebulle quisiera acallar.
A ustedes los duendes no debo invocar, sé que están presentes... Sé que ahí están...
Juegan con su mente, lo hacen dudar, usan sus temores a la soledad.
Hagan que se aleje, vuelva a su lugar,
que a nadie lastime su eterno fluctuar
entre realidades y banalidad.