Se hizo tarde y no volvía. Mi ansiedad aumentaba pero no quería que ella la intuyera . Inútil tarea porque ella me siente aunque no me vea.
—El papá? Preguntó, por qué no llega?... No sé que le dije.
Mi dulce chiquita...
Tanta fortaleza en un criatura, cuánta templanza, cuánta entereza...
Lloró tan poquito... Ella lo entendía. Sólo me observaba mientras yo caía...
Y yo no podía... Sólo respiraba y mi cuerpo moría.
En cada suspiro soltaba la vida... No me resistía.
Y yo la miraba y no la veía...
Mi dulce chiquita... Tan llena de fuerzas, tanta valentía.
Hoy con más conciencia la miro y no entiendo,
para qué misión la prepara la vida?
Cuánta tristeza...
Tanto que ha perdido y a la vez ganado.
Tanto que ha aprendido y en tan corto tiempo...
Hoy miro y la veo.
Me sigue observando...
Hoy he decidido acompañar su viaje. Guiarla en sus metas, ligero equipaje, allanar caminos, seguros de viajes... No sé... Tratar de serle útil el tiempo que resta.
Tomar su manito, caminar con ella.
Llenarla de mimos y ser su refugio... Que sienta que he vuelto, que otra vez la veo, que voy a cuidarla el tiempo que queda... Que juntas podemos.
Que siempre podemos y aunque duele mucho hay que caminar... Un día a la vez... Un suspiro más.