(Beeee...) Mi borreguito está enfermito
(beeee...), no sé que tiene el pobrecito.
Fuimos a ver al doctor,
que es un sabio y buen señor,
y tras de sus lentes
al pequeño examinó:
“Que le den aceite de ricino,
de ricino, de ricino.
Que le den aceite de ricino,
de ricino... ¡Jo, jo, jo!”
(Beeee...) Qué corderito tan malcriado
(beeee...), todo él aceite has regado,
otra vez te voy a dar,
no lo vayas a tirar.
Si no te lo tomas,
al doctor voy a llamar.
“Que le den aceite de ricino,
de ricino, de ricino.
Que le den aceite de ricino,
de ricino... ¡Jo, jo, jo!”
(Beeee...) No tengas miedo, borreguito
(beeee...), si sólo es cosa de un ratito.
Si lo tomas de verás
qué bonito te pondrás
y cuando estés bueno
tu solito cantarás:
“Que me den aceite de ricino
(beeee...), de ricino (beeee...), de ricino.
(Beeee...) Que me den aceite de ricino,
de ricino... (¡Beeeeee!)”