Francisco Gabilondo Soler
Chonita tiene un cotorro
que es el tormento de su corazón;
le dice:
 
“Vidita, mi cielo,
mi rorro, mi güero, ¡mi dulce pasión!”
 
El loro jamás le hace caso,
no le hecha ni un lazo por castigador,
y Chonita dentro de un jarrito
recoge las lágrimas de su dolor.
 
Desde que te divisé
con tu precioso pico,
yo con locura pensé:
¡ese cotorro es mi tipo!
 
Pero ni cuenta te das
de que te quiero tanto.
Huyes de mí,
te entrifas nomás,
remedas mi triste llanto.
 
En el Correo Mayor,
puse un certificado,
una misiva de amor
con el filito dorado.
 
Y te comiste el papel
sin dejar ni una hoja.
Eres muy cruel,
no quieres leer
las letras de mi congoja.
 
Creo que me voy a morir
porque no me haces caso.
El corazón que te di
ya lo quebraste en pedazos.
 
Pero es inútil fingir,
tu ingratitud me mata.
¡Ándale, dime, dime que sí!
¡Lorito, dame la pata!"
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